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Cada palabra cuenta

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Comprendo que haya a quien no le guste volver a casa y dilapide su vida en su trabajo, pero ¿qué pasa con los que nos gusta estar en casa? ¿qué pasa con los que nos gusta quemar horas en el sofá viendo pelis? ¿o encadenando partidas de scrabble ? ¿o entregándonos a algún que otro placer mucho más terrenal?. De verdad que este mundo está mal concebido, es tan dificil ser feliz que los que lo conseguimos debemos ser cuatro gatos. Tal vez es que ser feliz no es un objetivo para la mayoría de la gente, porque si no, no me explico cómo es posible que esto esté así montado.

House M.D.

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En el especial de House en Cuatro hablaron de las similitudes entre su personaje y el de Sherlock Holmes. Realmente curioso. Lo que no acabo de entender es lo de que sea raro no establecer lazos emocionales cuando se debe mantener la cabeza fria ¿es que la gente no lo hace? ¿y como pueden vivir? ¿aciertan alguna vez? pues será de milagro.

El valor se te hace escarcha

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Me dijo que tuviera cuidado con lo que soñaba, porque se podía hacer realidad. Me quedé mirándole, tratando de calcular a qué demonios se refería. Dice las cosas con una calma absoluta, sin importarle cuanto daño pueda hacer, a veces incluso sin dejar de sonreir. Se podría decir que es un auténtico capullo, y quien lo dijera casi acertaría, porque es cierto que lo es, pero sólo porque le dá la gana. Adoro su irónico sentido del humor, por muy hiriente que sea, la lealtad que demuestra hacia sus amigos, aunque no lo merezcan, el hecho de que se crea mejor que los demás, y lo diga, y tenga razón, su falta absoluta de paciencia con la estupidez ajena y su ingenuidad acerca de que esté seguro de que se puede hacer algo al respecto, y sobre todo, lo que más adoro, es el tamaño de su ego, que es casi, casi, tan grande como el mio. "El peligro es perder a quien se ama, con la furia que desata el huracán, comprobar que en casa ya no queda nadie, y que no hay nadie a quien pue...

También me equivoco

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Acabaron de cenar y fueron saliendo por la puerta del restaurante. M. iba solo, caminando delante de ella, a unos pocos metros giró a la derecha y entró en el local en el que habitualmente se reunían. Después de lo que la habían contado durante la cena, y al menos hasta que tuviera un momento para pensarlo, no quería encontrárselo, así que esperó a que alguien más saliera del restaurante. Esperó en vano, el destino nunca la había ayudado y no iba a empezar ahora, ¿no?. M. asomó la cabeza a ver si llegaba alguien más y ella echó a andar, tampoco quería que la viera parada en medio de la calle. Llegó a la puerta y comenzó a subir los escalones, mirándolos, uno a uno. Cuando llegó al último vió también que la puerta estaba abierta, M. la sujetaba, sonriendo, esperando a que ella entrara, como si nada hubiera pasado. Mucho tiempo después se dió cuenta de que seguramente las cosas no eran como se las habían contado, pero el daño ya estaba hecho. No volvió a verlo.

No hay un nosotros

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Sentada junto a él miraba lo que M. había sacado de la cartera. Le pareció realmente curioso, y le preguntó si llevaba más cosas parecidas. M. contestó que no, abriendo la cartera y dejando ver la foto de su pareja. Era un detalle tan romántico y a la vez ponía tanta distancia entre ellos, que una vez más pensó que allí estaba fuera de lugar. Claro que M. era adorable, pero sencillamente nunca lo sería con ella. No recordaba cuando fue la última vez que había ido allí sin pensar si encontraría a M. Desde la primera vez, siempre esperó volver a encontrarlo, y desde la primera vez, ya sabía que no tendría ninguna posibilidad. Ahora que hacía más de un año que no le veía, pensaba en aquellos momentos como si fuera otra persona la que los hubiera vivido, tal vez deseando que hubiera sido otra persona la que los hubiera vivido y hasta en eso se engañaba, ya que si después de tanto tiempo aún le dolía, era porque aunque sólo fuera con dolor, quería que su amor siguiera vivo.

La flor del almendro

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Cuando me tuve que meter en cama por el gripazo era aún invierno, hacía tanto frio que la calefacción no paraba de funcionar durante todo el día. Antes de ayer salí al jardín a darle un achuchón a Patonetes y todo el calor de la vida que contiene la primavera me penetró en los pulmones. Menudo escalofrío. Pensé que me había vuelto a subir la fiebre, pero no, inesperadamente me dí cuenta de que todo lo que me rodeaba había cambiado en unos pocos dias. La primavera ya está aqui y se ha llevado todos mis males, o casi todos, los que quedan caerán como frutas maduras a no mucho tardar. La Reina me vió salir de casa y vino corriendo a darme un beso. Cuando la abracé, percibí el aroma de su cabello ardiendo por el sol, el de la brisa que ha pasado entre las flores y ha acariciado su piel, percibí el pulso de la vida, de mi propia vida que vive en ella. Creo que no hay otra forma de describir la felicidad.

Gripazo

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Tengo un gripazo que me asola las vias respiratorias, de tal forma, que parecen conductos creados con el único fin de estar inundados de mucosidades más o menos viscosas. Puaj, qué asco. Odio estar enferma, me pongo aún más borde de lo habitual, eso si, se me pasa cualquier atisbo de nostalgia, depre o estados de ánimo similares. Será una autodefensa o algo. El problema es que me pasa lo mismo con los demás, siento empatía cero por los malestares de mis supuestos congéneres. Lo dicho, un asco. Y si a eso le sumo que ya me tocan de por si las narices ciertos temas recurrentes, pues entonces lo mejor es dejar este post y seguir en otro momento más adecuado y conveniente.