Cartas desde el limbo

Hoy he sido un tsunami de sinceridad con Caradeajo, si, le he dado una pequeña dosis de su propia medicina, que ella desparrama como una epidemia por el despacho.

Y claro, su estupor ha sido digno de ser fotografiado para la posteridad.
No lo volveré a hacer, más que nada porque así no se puede vivir, bueno ella sí, pero no le voy a dar el gusto, no lo volveré a hacer porque no merece la pena.

Hay que ver la de cosas que no hago porque no merecen la pena. Qué gran frase la de "no merecer la pena".

Esta mañana he pensado en otras tantas veces que no merecieron la pena, y en lo bueno que fue pasar de ellas.
Caradeajo va a ser protagonista desde hoy de muchas de esas situaciones.

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