A 50 km/h

Me está pasando justo lo que no quería que me pasara. Estoy dejando de escribir en el blog con la frecuencia que necesito y eso no es bueno.
Los montones de ideas surjen y desaparecen por falta de tiempo para descargarlas sobre el teclado.

Es curioso, pero ahora que tengo menos tiempo para sentarme aqui, frente al monitor, es cuando más pensamientos consigo hilar en los momentos más inoportunos, por ejemplo, mientras mi jefe me explica sus peregrinas ideas acerca de lo que deberíamos hacer o mis compis del trabajo se empeñan en trifulcas sin sentido.

Adoro tener la habilidad de desconectar en esos momentos y encontrar el tono poético de la situación, supongo que debe resultar extraño para los demás que el trabajo no me afecte emocionalmente en absoluto, pero es por la sencilla razón de que no estoy ahí.

Es la misma sensación que conducir un coche potente y seguro, quien puede lo más, puede lo menos y dentro se está de lujo, así que me conformo.

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