Cowboy

Ella estaba sentada en una de las mesas del fondo, miró alrededor y vió que entraba un chico alto, atractivo, que se acercaba a la barra.
No había mucha gente, tal vez unas diez personas, y llevaban allí más tiempo que ella, así que se fijó más en él porque tal vez fuera del grupo, y porque había algo que le resultaba muy familiar.
Hacía más de cuatro años que no le veía. Realmente pensaba que se había marchado hacía mucho tiempo, pero allí estaba. Cazadora de cuero, botas, y ese aire de vaquero inconfundible que sólo dominan una minoría muy selecta de hombres. Siguió mirandole para estar segura, y se dió cuenta que llevaba el pelo mucho más corto y había perdido algo de peso, lo que le hacía parecer aún más alto.
En ese momento se giró y la miró, sin reconocerla, después siguió mirando más allá de los cristales del escaparate, seguramente esperando ver a alguien conocido y volvió a mirarla a ella, que aún le mantenía la mirada.
Entonces la recordó y se acercó.
- Hola ¿que tal?.
- Muy bien, cuanto tiempo.
- Si... aún no han llegado.
- No, eres el primero, espero que no se retrasen mucho más... me alegro de verte.
Después fueron llegando los demás y mientras hacían tiempo, antes de marcharse a la exposición de Escher, observó cómo lo había tratado la vida.
Su forma de moverse con seguridad seguía allí, demostrando que durante todo ese tiempo había seguido siendo el dueño de cualquier situación, la sonrisa irresistible, la profunda y cálida mirada de ojos castaños que conseguía hacer temblar a cualquier mujer.
Hay personas que cuando las conoces te dejan una impresión imborrable, que al recordarla te hace pensar que tal vez sea tu imaginación la que pone pinceladas de color a la realidad.
Sin embargo, cuando pasa el tiempo y vuelves a verlas, y compruebas que tus recuerdos son fieles a la realidad, es como si constataras que se puede triunfar sobre la rutina y la mediocridad que esta vida nos obliga a vivir.
Su forma de moverse con seguridad seguía allí, demostrando que durante todo ese tiempo había seguido siendo el dueño de cualquier situación, la sonrisa irresistible, la profunda y cálida mirada de ojos castaños que conseguía hacer temblar a cualquier mujer.
Hay personas que cuando las conoces te dejan una impresión imborrable, que al recordarla te hace pensar que tal vez sea tu imaginación la que pone pinceladas de color a la realidad.
Sin embargo, cuando pasa el tiempo y vuelves a verlas, y compruebas que tus recuerdos son fieles a la realidad, es como si constataras que se puede triunfar sobre la rutina y la mediocridad que esta vida nos obliga a vivir.
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